En política casi nada es casual y casi todo es causal.
Este viejo axioma de la ciencia política nos sirve hoy para hablar de una sucesión de acontecimientos que en esta semana que dejamos atrás, han despertado la indignación, y la condena de gran parte de las cancillerías europeas hacia el Gobierno de Juan Carlos y Mariano Rajoy.
Una sucesión de graves acontecimientos que los medios oficiales han tratado de esconder y que marcan una linea de actuación, una posición ideológica terrible que ,aunque semiclandestina, los ciudadanos de este país tenemos la obligación de condenar.
Hablo de dos actos públicos oficiales. En uno veteranos del ejercito nazi de Adolf Hitler eran homenajeados en la comandancia de la Guardia Civil de Barcelona, con la presencia de la Delegada del Gobierno en Cataluña, Dña María de los Llanos de Luna.
En otro españoles supervivientes del campo de exterminio nazi de Mauthausen , en Austria, se quedaban esperando a que algún representante del Gobierno Español, aunque fuera un triste funcionario de la embajada en Viena acudiera a rendir homenaje a las víctimas del holocausto.
En política casi nada es casual y casi todo es causal.
¿Quienes fueron los españoles de la división azul? ¿Y porque al campo de exterminio de Mauthausen se le conocía como el “campo de los españoles”?.
La historia de la división azul comienza en 1941. Franco decide enviar ayuda a Hitler en forma de tropas para la denominada “operación Barbaroja”, la conquista y el exterminio de la Unión Soviética. Anteriormente a eso Franco había intentado, sin éxito, sumarse al Eje en la segunda guerra mundial. Decimos sin éxito porque a pesar de que la Régimen propagara que Franco, casi que consiguió engañar a Hitler para no entrar en la guerra ( propaganda que solo la historiografía oficial española sigue manteniendo) es ya conocido que la petición de Franco de quedarse con gran parte del imperio colonial francés a cambio de su participación fue , estrepitosamente, despreciada por Hitler y Mussolini.
Franco encarga a Serrano Suñer, a la sazón cuñado de Franco y uno de los personajes más siniestros de las cloacas del fascismo español, del que volveremos a hablar más adelante, la conformación de una división de voluntarios.
El 20 de agosto, tras prestar juramento de lealtad a Hitler la División Azul fue enviada al Frente Ruso desplegándose en el sitio de Leningrado, donde pasó a integrarse en el 38 Cuerpo de Ejercito alemán.
El plan de batalla de Hitler en 1941 era sencillo, su ofensiva se desarrollaría en tres frentes,todos bajo la premisa de ataques rápidos y en profundidad donde pillar de improviso al Ejercito Rojo y eliminar su capacidad de adapatación y respuesta. el primero por el norte buscaría tomar Leningrado; el segundo por el centro conquistar Bielorrusia y Moscú y el tercero por el Sur conquistar Ucrania hasta el Volga para hacerse asi con las reservas petrolíferas del Caucaso.
Pero claro, este plan no contaba con la resistencia del pueblo soviético. Tras una serie de campañas desastrosas donde todos los frentes rusos son avasallados por la Werchmag, los soviéticos consiguen frenar a los alemanes en Leningrado, Moscú y Sebastopol al precio de un altísimo numero de vidas. Comienza asi el sitio de Leningrado en el que participaron los falangistas de la division azul. Cuando Hitler comprendió que de tomar la ciudad tendría que garantizar el abastecimiento de tres millones de ciudadanos rusos tomó una decisión que en si misma, representa el horror absoluto. Antes de conquistarla había que dejar morir de hambre y frio a toda su población.
Los alemanes mantuvieron durante 872 días, de septiembre de 1941 a enero de 1944 esta campaña de asedio y exterminio, fue uno de los episodios más heroicos de la segunda guerra mundial y uno de los asedios más terribles de la historia. Los alemanes bombardeaban la ciudad 14 horas al día, entre las ocho de la mañana y las diez de la noche, a la vez que la sometían a un hambre extrema, que dio lugar incluso a actos de canibalismo entre la población de la ciudad; en enero de 1942 la dejaron sin electricidad ni agua corriente. Hitler había ordenado que no se aceptase ninguna propuesta de rendición; su propósito era exterminar a todos los habitantes, ya que no quería supervivientes que hubiera que alimentar.
El 12 de enero de 1943 se llevó a cabo la «Operación Iskra» (en ruso, chispa), que implicaba ataques coordinados desde los frentes de Volchov y Leningrado. Objetivo: Liberar a los civiles del infierno en que los nazis les habían sumido los últimos años. Después de fuertes batallas, los soviéticos expulsaron a los alemanes de sus fortificaciones al sur del lago Ladoga, y el 18 de enero, los dos frentes se encontraron, formando uno solo que permitía el paso limitado de provisiones a través de un estrecho corredor.
Esto no significaba que el cerco hubiera sido levantado. El 10 de febrero de 1943 se produce en los arrabales de Leningrado el más sangriento hecho en el que intervino la División Azul. La batalla de Krasny Bor donde 5.600 soldados de la División Azúl junto a la IV División SS y unidades del LIV Cuerpo de Ejército hicieron frente a cuatro divisiones soviéticas (con menos de un 50% de su plantilla, unos 22.000 hombres). Cerca de 300 españoles cayeron prisioneros.
La cifra oficial de muertes en Leningrado es de 700.000 civiles, la mayoría de frío y hambre. Fuentes fiables aseguran que murieron entre un millón y medio y dos millones de civiles. Esa fue la hazaña militar en la que participó la División Azul y por la que el Gobierno de Juan Carlos y Mariano Rajoy les homenajea en Barcelona. La colaboración activa en El asesinato de más de un millón de seres humanos por hambre y frio. Ni más ni menos.
En política casi nada es casual y casi todo es causal.
Entre 1938 y 1945, a la localidad austriaca de Mauthausen llegaron, hacinados en trenes, cerca de 200.000 deportados: se dice que el olor de los cuerpos incinerados en el crematorio impregnaba el aire a todas horas. Mauthausen, era el centro de una constelación de sesenta y siete subcampos repartidos por toda Austria, era el único campo nazi de la categoría III junto a Auswich, la de los prisioneros considerados como irrecuperables. De ahí que el comandante SS del campo,gustara de advertir a cada nuevo grupo de deportados que sólo saldrían de aquel infierno, por la chimenea.
Los españoles que llegaron a Mauthausen formaban parte del medio millón de refugiados que cruzó la frontera francesa al final de la Guerra Civil. Lejos de hallar acomodo al otro lado de los Pirineos, quedaron custodiados en campos de concentración por los franceses. Iniciada la guerra mundial, muchos fueron enviados al frente o integrados en batallones de trabajo. La mayoría de ellos fueron capturados por los alemanes tras la rendición de Vichy.
Serrano Suñer,–del que hablamos anteriormente y cerebro junto a Franco de la División azul- fue requerido por las autoridades germanas para determinar el destino de estos prisioneros, a lo que replicó que “no eran españoles y por lo tanto que se encargaran de ellos los nazis como se merecían” ;aquello condenó a muerte a decenas miles de nuestros compatriotas. La mayor parte de los republicanos que llegó entre 1940 y 1941 fallecieron bien en ese último año o el siguiente. De hecho, en septiembre y octubre de 1941 todos los muertos de Gusen –un subcampos destinado al exterminio de los presos más débiles a través de inyectar gasolina directamente en el corazón de las victimas- eran españoles.
Los prisioneros de Mauthausen trabajaban hasta la muerte por extenuación extrayendo bloques de granito de la cantera y subiéndolos por una escalera de 186 peldaños cargándolos a la espalda mientras los kapos -prisioneros que ejercían de capataces y guardianes-les empujaban y golpeaban. Se dice que cada escalón de la “Escalera de la muerte” de Mauthausen guarda una gota de sangre de un prisionero español.
Con el paso del tiempo, y la llegada de nuevos presos rusos, judios, hungaros algunos españoles pasaron a desempeñar trabajos mas especializados: albañiles, peluqueros, administrativos o fotógrafos tenían más posibilidades de sobrevivir que los trabajadores corrientes. También podían acceder a más información y disponer de cierta autonomía para sostener la organización clandestina que, encabezada por los españoles, funcionó desde mediados de 1941.
Asi por ejemplo,el fotógrafo Francisco Boix pudo esconder copias de las fotos que coleccionaban los SS hasta el fin de la guerra y, gracias a ellas, acusar a los jerarcar nazis en el juicio de Nuremberg al que acudió como testigo principal.
El recuerdo más vivo que dejaron los españoles fue su fe en la victoria final, incluso en los peores momentos de la guerra. «Una victoria más», era la frase que pronunciaban los españoles cada vez que subían el último peldaño de la escalera de la cantera.
Se estiman en 119.000 el número de prisioneros asesinados,Gaseados, muertos de inanición, de agotamiento físico en el trabajo forzado en las canteras, envenenados con inyecciones de gasolina o sometidos a duchas de agua helada hasta la muerte para comprobar el tiempo que tardarían los aviadores de la lutbafe en morir si eran derribados en los mares del atlántico norte o Rusia; fusilados o ejecutados de un tiro en la nuca. Prisioneras violadas por perros amaestrados para diversión de los sádicos guardas alemanes, Psicópatas de manual a los que se les dio vía libre para poner en práctica sus más atroces anhelos enfermizos.
Estos son los españoles y las españolas que el Gobierno de Juan Carlos y Mariano Rajoy deciden que no son dignos de contar con su presencia para homenajearles.
Y es que, En política casi nada es casual y casi todo es causal.
Los que somos demócratas sabemos que no es lo mismo el español de la División Azul que el español de Mauthausen. Los que creemos en el humanismo como filosofía de vida sabemos que los muertos por trabajos forzados, por palizas, experimentos inhumanos, o gaseados en la cámara de gas son LOS NUESTROS mientras que los veteranos de la división azul, por muy españoles que sean, no dejan de ser CRIMINALES DE GUERRA.
Intentar justificar toda una campaña de movilización y apoyo político militar al mayor régimen criminal de la historia de la humanidad, colaborar activamente en el asedio a Leningrado y la muerte por hambre programada de más de un millón de civiles rusos, o tener el curioso honor de contarse entre algunos de los últimos y más conspicuos defensores de Hitler en sus últimos días son , ya de por si, motivos más que suficientes para que el Gobierno de una España democrática y en concordancia con el resto de Europa, condene a ese grupo de criminales.
La equidistancia en este como en todos los temas que tienen que ver con esta época de nuestra historia, memoria histórica incluida, solo esconde un serio, profundo y colectivo problema de conciencia de una parte de la sociedad española. Y no es un problema exclusivo de la derecha política, entiéndase es una cuestión de Estado, es el stablisment que nos gobierna el que mantiene esa lógica terrible, pusilánime e injusta que busca en la equiparación entre víctimas y verdugos un hueco donde salvarse ante el ojo crítico de la Historia por su colaboración.
En política casi nada es casual y casi todo es causal.
Que en un acto público de la Guardia Civil se homenajeé a la División azul con la representación de la delegada del gobierno en Cataluña, en la misma semana que se desatiende un homenaje a las victimas españolas del holocausto no es casual. Es causal. Indica una deriva hacia un modelo de estado mas autoritario y menos democrático en interés de la oligarquía financiera que gobierna este país.
Para el resto de españoles que nos enorgullecemos de llamarnos demócratas que nos enorgullecemos de identificarnos con aquellas mujeres y hombres que, con independencia de la nacionalidad o ideología, resistieron a la barbarie fascista en Europa; que llamamos nazis a los nazis de la división azul y no a los ciudadanos que protestan legítimamente en un escrache o que sentimos nuestra piel estremecer cuando nuestra mente vuela al lado de las victimas del holocausto y les acompañamos en su lento caminar hacia las camaras de gas, no hay lugar a las medias verdades del café para todos.
Homenajear un acto a los divisionarios nazis es indigno de una democracia y faltar a un acto de estado en recuerdo a las victimas del holocausto en general, y españolas en particular,es sencillamente de indeseables.
En política casi nada es casual y casi todo es causal, pero ese olvido causal, cinico y miserable no encontrará colaboración en nuestro silencio, porque a diferencia de Juan Carlos o de Mariano Rajoy aquí si que sabemos y si que recordamos, cual fue el bando de la Libertad.