A Neruda lo envenenaron

Era un secreto a voces. A Neruda lo envenenaron  por eso se van a exhumar sus restos. Su lengua era más dura que el hueso cubito que quebraron de los brazos de Víctor Jara, y mira que ese era también de buena casta.  

serán exhumados el 8 de abril para despejar las dudas si murió a causa de envenenamiento, como lo denunció su chófer.

En la exhumación participarán un equipo multidisciplinario del Servicio Médico Legal (SML), un equipo forense argentino, peritos españoles y observadores de Comité Internacional de la Cruz Roja. Neruda murió 12 días después del golpe de estado  perpetrado por Pinochet contra el Gobierno de Salvador Allende. La versión oficial indicaba que el poeta había muerto de cáncer de próstata. 

Había que quitarlo de en medio, sabían que ese no se callaba y que podía hacer mucho ruido, al tiempo que podía aglutinar en torno a Imagensu figura y su Partido – Neruda era militante del Partido Comunista de Chile- a toda la oposición política al golpe; recordamos que en la fase de elección del candidato a la Unidad Popular era la propuesta de los comunistas chilenos previo a la aceptación de la candidatura de Salvador Allende.  No hubo roces entre ellos, en eso coinciden todos los autores que de este asunto algo han escrito.

Desde el principio Neruda acompañó a su Presidente en la construcción de la que se llamó la vía chilena al Socialismo. Hasta en la muerte le acompañó unos días después del bombardeo de la Moneda. 

Pinochet era un criminal inteligente, supo ver la verdadera dimensión de su adversario y por eso lo mató. Como a tantos otros, con la ayuda siempre generosa en esos menesteres del amigo yanqui.

El intelectual comprometido, radical, coherente con la realidad del momento y con la valentía de contar su verdad en el momento en que hay que contarla es peligrosísimo, no después una vez pasado el momento concreto donde lo cotidiano se convierte en historia y con el toro pasado todos se vuelven Manoletes; sino cuando la verdad o al menos la suya, la que le es propia, puede ayudar a ver por donde se camina y hacia donde dirigen las señales. A ese numantino de las ideas el déspota le teme más que al mejor entrenado de los sicarios porque aunque intente imitarle, no puede.

Postdata: Me permito recomendarles una novela recientemente publicada «La disciplina de la derrota» de Felipe Alcaraz. ¿Y a cuento de que habré yo enlazado estas ideas?